Historias BOFH y otras cosas de la vida que son importantes: Los agujeros negros

Este día tenía que llegar. Tarde o temprano me iba a poner a hablar de este tema. No ha sido nada organizado, simplemente me levanté de buen humor y me aparecieron varias buenas frases en la cabeza que tenía que aprovechar.

Historias BOFH y otras cosas de la vida que son importantes: Los agujeros negros

Este día tenía que llegar. Tarde o temprano me iba a poner a hablar de este tema. No ha sido nada organizado, simplemente me levanté de buen humor y me aparecieron varias buenas frases en la cabeza que tenía que aprovechar.

No bastó con apuntarlas en mi libreta de "cosas que debes de apuntar", mi cabeza hizo la estructura base para escribir esto y luego leí un artículo de agujeros negros que me pareció interesante leer.

Siempre haz caso de lo que te dicen

Fue un día cualquiera, no recuerdo ya ni lo que estaba haciendo, pero recuerdo que fue un día con mucha faena. Nos llamó un cliente.

- Hola, tenemos una web en uno vuestros servidores y necesitaríamos saber si aplicar un certificado SSL podría hacer bajar nuestro SEO.‌‌
- No debería, lo que si que tengo claro es que con SSL tendrá mejor puntuación para Google.‌‌
- Entonces podría hacer bajar nuestro SEO?

Le estuve dando muchas vueltas a este asunto, porque de verdad llegué a pensar que no había sabido dar una respuesta a su pregunta. Pero tal y como sigue esta pequeña historia BOFH queda claro cual es el problema. Así que le respondí:

- Nosotros podemos instalarte el certificado sin problemas. Simplemente debes de saber que tendría un coste esta intervención.‌‌
- ¿Un coste? Uy, no, dime como se debe de hacer y ya lo hago yo, que soy técnico.

Sí, hasta en el e-mail firmaba como "Técnico de...".

Así que la conversación telefónica continuó diciendo que me enviara un e-mail y allí le iba a explicar con detalle todo lo que tenía que hacer para instalar un certificado para su web.

Tras el e-mail, pensé que sería buena idea aprovechar para hacer un artículo por si venía más gente pidiendo lo mismo, poder responder con el artículo. Así que tras indicarle los pasos, me puse a ello pensando en que no vendría a molestarme más.

La operación era sencilla. Se tenía que descargar tres paquetes de Github y copiarlos en un directorio concreto, actualizar una plantilla -estaba usando un panel dichoso de esos- y luego ya tendría la función de crear certificados.

Al rato, vuelve a llamar.

- Oye, esto no funciona, me he descargado lo que me has dicho y no funciona.‌‌
- ¿Te has descargado los tres paquetes?‌‌
- Sí, pero no funciona.‌‌
- Es importante descargar los tres paquetes, ¿Puedes comprobar que los hayas descargado, por favor?‌‌
- Están los tres aquí. ¿Puedes solucionarlo tú?‌‌
- Si entro en tu servidor, tendré que facturar la intervención, necesito que me confirmes por e-mail y me pongo a ello.

Tras recibir el e-mail, entro en su servidor. Hago un ls y evidentemente, no se había descargado los tres paquetes. Así que espero a que me vuelva a llamar y sigo redactando mi artículo.

Al rato, llaman. No era él.

Era su jefaza. Y venía con intención de discutir. Me estaba pidiendo explicaciones de lo que estaba pasando.

- La web no funciona y no podemos estar con la web caída. ¿Como es posible que no sepáis hacer esta intervención? ¿No se supone que sois técnicos? -yo estaba callado, quería dejarla hablar todo lo que pudiese- Es que me parece muy fuerte que la web no funcione, y justo ahora que estamos promocionando la web y haciendo publicidad para darnos a conocer. ¿Que se supone que debo hacer? ¿Irme a otro sitio más serio? Esto es evidente que ha sido culpa vuestra, y espero que no se facture nada por solucionarlo...

Yo ya estaba sonriendo y mi compañero me estaba mirando con cara de "ay, que le ha venido una clienta enfadada". Tras un rato muy largo hablando ella sola y yo diciendo "aha" de vez en cuando, me tocó hablar a mi.

- ¿Estáis haciendo operaciones en el servidor de producción? Imagino que estas pruebas las habéis estado haciendo antes en un servidor en pruebas, ¿No? El servidor de producción no se debe de tocar para hacer experimentos. Estaba su "técnico" haciendo cierta operación en el servidor ¿Puedes poner las manos libres para que hablemos los tres?‌‌
- Sí, no hay problema.‌‌
- Hola, mira, estaba revisando el servidor y también los e-mails, porque de verdad que he llegado a dudar. En los e-mails te he dicho que te tienes que descargar tres ficheros y recuerdo también que en tu segunda llamada telefónica te he insistido en ello y me has dicho que los habías descargado y que lo habías comprobado, ¿es eso cierto?‌‌
- Si, pero...‌‌
- No, no, he entrado en vuestro servidor y evidentemente únicamente se habían descargado dos ficheros de los tres. Tras descargar el tercer fichero y reiniciar los servicios ya ha funcionado todo correctamente.‌‌
- ¿Cuando lo has hecho eso? Estábamos comprobando antes de llamarte y no funcionaba la web.
- Mientras tu jefa me estaba hablando hice el cambio en un momento. Simplemente era descargar el paquete que faltaba y que tu habías comprobado que estaba, pero en realidad no. Ya tenéis la web con SSL funcionando.

De fondo, oigo a la jefaza decirle "Oye, ahora que funciona, me voy y hablas tú" a lo que sin duda, aprovecho para decir "Ha sido un placer hablar con usted".

Tras colgar, suspiro.

Frases que cuestan decir

Existen frases en la vida que son difíciles de decir por primera vez. Frases llenas de sentimientos que acaban formando un nudo en la garganta e impiden decirla con claridad. Frases como "Te quiero" o "Tu gato se ha muerto" o "En la intimidad uso Windows". Frases difíciles en definitiva.

Recuerdo que esta historia fue en octubre y era un día soleado pero por la mañana hizo un poco de frío. Fue una mañana tranquila y no había mucha cosa por hacer, así que aprovechamos para hacer cosas que teníamos en el tintero.

Suena el teléfono y lo coge la chica de marketing. Tras hablar con él nos dice que el cliente no puede acceder por el puerto 443.

Yo y mi compañero nos extrañamos, ya que ese puerto debería de estar abierto por defecto en el cortafuegos. Nos miramos y digo "Anda, pásamelo a mi...".

- Hola, buenos días...‌‌
- Hola, mira, tengo un problema -aquí me doy cuenta de que tiene acento inglés- no puedo acceder por el puerto 443 ¿Debo de abrir los puertos yo?‌‌
- Uhm, es raro. ¿Me puedes indicar tu cuenta de correo para verificar el cortafuegos esté correcto?

Tras decirme la cuenta de correo y verificar que el cortafuegos es correcto, le digo:

- Estoy mirando de hacer un telnet a tu IP con el puerto 443 y parece que no responde ¿Has configurado el servidor web para que responda por ese puerto?

A lo que él, convencido de si mismo, me dice:

- No, el problema no es ese. La cosa es que cuando yo hago ping google.es me responde correctamente. El ping funciona pero cuando hago ping https://google.es me da un error extraño que no se que significa.

Imaginad esa situación en vuestra cabeza. Yo con el teléfono y un señor inglés diciendo "es que hago ping hache, te, te, pe, dos puntos, barra barra, google.es y no funciona".

Me puse serio, y se me escapó una risa tímida, de la cual estoy convencido que ni llegó a escuchar, pero si que se percató mi compañero.

Y aquí llegó mi día. Aquí llegó el momento de decir una de esas frases que hacen que tu garganta se cierre por completo. Y lo más jodido, debes de decirla sin reírte y sin que se note que te podrías haber reído mucho.

- Señor, no puede -aquí mi compañero me mira, ve que estoy con las manos en la cara y sudando mucho-. No puede hacer ping a... hache, te, te, pe, dos puntos, barra barra, google.es porque siempre aparecerá error. Debe de hacerlo, con telnet y sin poner el protocolo.

Mi compañero al escuchar mi "hache" empezó a reírse sin parar cosa que me hizo más complicado decir la frase sin reírme. Es posible que se me escapara media carcajada en algún momento.

Tras dejarlo claro con el cliente, mientras se reía mi compañero, colgué y noté como una tensión dentro de mi se iba liberando poco a poco. Tuve esa sensación de liberación cuando le dices a alguien que llevas mucho tiempo hablando que la quieres. Esa sensación de "ale, ya lo he dicho, no hay vuelta atrás".

Acto seguido, dije "Si vuelve a llamar, no me paséis la llamada, ya he sufrido suficiente por hoy".

¡Eh tío, los agujeros negros!

Ah, si, me olvidaba. ¡Einstein tenía razón! Tras 100 años después de explicar la teoría de la relatividad general, se ha vuelto a comprobar que tiene razón.

Desde el Observatorio del Sur de Europa (ESO, por sus siglas en inglés), se han estado haciendo una serie de pruebas que demuestran que las predicciones de Einstein sobre el movimiento de las estrellas que pasan cerca de un intenso campo gravitatorio que hay cerca de un agujero negro supermasivo es cierto.

Photo by Robson Hatsukami Morgan on Unsplash

Si alguien se le escapa un poco lo que es un agujero negro, sería algo así como entrar en una oficina de Correos para ir a buscar o enviar un paquete.

Ese momento en el que abres la puerta y ves como el tiempo allí dentro pasa más lento que a fuera. Haces un paso y ya, ya estás dentro de ese agujero negro lleno de sobres y paquetes. Y ves que el tiempo se ralentiza.

Miras por la ventana y ves como el mundo allí en el exterior no es igual. Allí los segundos van a otro ritmo.

Te acercas a una maquina de esas para coger el turno y escuchas como hablan dos trabajadores allí que parecen estar contagiados por el tiempo relativo propio del agujero negro:

- ¿Te va bien hacer un café ahora?‌‌
- Uhm, si, no hay problema, no parece que haya mucha cola

En ese momento alguien grita "Pero de verdad no veis que hay 20 personas haciendo cola?"

Esperas tanto tiempo que ya te olvidas de quien eres, que eres y que haces exactamente en esa oficina y cuando llega tu turno, el tiempo se acelera. Haces tus gestiones en cuestión de segundos. Y te vas, te vas rápido pero aún notas ese tiempo detrás tuyo.

Abres la puerta y... el tiempo vuelve a ir a su velocidad normal.

Photo by Seth Macey on Unsplash

En esta ocasión, la Teoría de la Relatividad General, se puso a prueba en un agujero negro supermasivo cercano a la Tierra, a unos 26.000 años luz de distancia, por el centro de la Vía Láctea.

Este monstruo de agujero negro, tiene una masa de unos cuatro millones de veces la del Sol y tiene un campo gravitatorio más potente de nuestra galaxia.

La teoría predice que una gravedad tan potente como la de un monstruo gravitacional debería de afectar también a la luz visible, lo que haría modificar la longitud de onda.

Cerca de este gran agujero negro, llamado Sagitario A* giran varias estrellas que se han observador gracias a un telescopio en Chile llamado Telescopio Muy Grande (VLT, por sus siglas en inglés) -genial nombre, tiene que ser muy grande-.

Gracias al VLT, los astrónomos siguieron de cerca una estrella llamada S2 y vieron que pasaba muy cerca de Sagitario A*. La estrella llegó a estar a menos de 20.000 millones de kilómetros del agujero negro y viajaba a una velocidad equivalente al 3% de la velocidad de la luz (a unos 25 millones de kilómetros por hora).

¿Mola, verdad? Pues todo esto confirmó un fenómeno llamado "desplazamiento hacia el rojo gravitacional", que consiste en que la luz de la estrella se desplaza a longitudes de onda más largas -hacía el rojo del espectro- debido al fuerte campo gravitatorio del agujero negro.

Por lo que sí y mil veces sí. Einstein tenía razón, el cambio de la longitud de la onda de la luz de S2 coincidió con lo que él predijo en su Teoría de la Relatividad General.

Y no sólo eso, también contradijeron las ideas que tenía Isaac Newton, quien decía que estos cambios en la luz no se iban a dar. ¡Maldito perdedor Newton!